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Este Perú cómo agota

Necesitamos encontrar soluciones, necesitamos gente nueva y con valores firmes

Publicado: 2014-09-05

Este, el de ahora, el actual, el de los fujimoris, de los álanes, de los toledos, de los mudos, de los mulderes, de los baylys, de los betos, de las lauras, de las magalys, de los combates, de los esto es guerra, de los al fondo hay sitio, de los wachimanes, de las siete y media toneladas, de los corazones serranos y su vocación de estafa a muchachitas ingenuas, de las protestas airadas cuando se quiere ordenar el tránsito y los mercados, de las coimas, de los atracos, de los narcoindultos, del bajo nivel educativo, de las derrotas en el fútbol, de las injusticias, este, el Perú que agota, que agobia, que estresa. Que todavía uno no termina de levantarse de su cama y ya le llegaron como tortazos a la cara todas las malas nuevas que aún en la medianoche se han estado engendrando para que al amanecer el día uno reciba los primeros bocados de la ración que le corresponde a la fecha. La situación misma nos obliga a facilitar el tránsito de los ollantas, de las nadines, de los urrestis, de las susanas porque ellos tienen el gobierno en sus manos y corresponde otorgarles el beneficio de la duda para poder respirar alguito de esperanza. ¿O es más fácil desestresarse pensando que vendrán las keikos, los álanes, los castañedas a salvarnos? ¡Dios nos coja confesaos! Pensar en esas posibilidades empuja a estresarnos hasta el paroxismo porque significa que ya no solo nos corresponde perder la calma y jalarnos los pelos por el día a día sino que también debemos hipotecar nuestro futuro de paz y tranquilidad espiritual estresándonos por adelantado por lo que vendrá. 

Y es que el Perú no son solo sus acogedoras regiones naturales, no solo sus magníficos restos arqueológicos ni solo su estupenda gastronomía o su extraordinario folklore, ni tampoco su reconocida literatura. Todo eso no se lo quita nadie, pero Perú es ante todo su gente (tanto que la felicidad de la persona es el fin supremo de la sociedad), pero es esta el principal escollo con que se topa su necesidad de desarrollo. Formamos parte de un extraño y pluricultural grupo humano cuya principal característica es el desorden y la desorganización. De allí nacen todos nuestros males, rechazamos disciplinadamente todo lo que signifique orden y respeto, nuestra idiosincrasia nos pide convivir con las combis asesinas, con los mercados sucios y tramposos de las balanzas adulteradas, con la zamponería y el atropello en todas las instancias, con la recomendación maliciosa y el certificado bamba, con la impuntualidad, con la mentira y con el aprovechamiento del descuido ajeno. No damos puntada sin nudo. A pesar de los años transcurridos el diagnóstico de Manuel Gonzalez Prada sigue teniendo vigencia, y más que ayer: "El Perú es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus"

¿Qué podemos hacer, quién podrá salvarnos? Aquellos que podrían darnos una luz de esperanza ya están volteando la esquina, ya fueron. Los Szyszlo, los Pérez de Cuéllar, los Bedoya Reyes, los Cotler, las voces serenas y cuerdas que respondían a una visión clara del callejón sin salida al que nos estábamos metiendo, ya no pueden venir en nuestro auxilio, hay que dejarlos reposar tranquilos después de su agotador arar en el mar. Y esa izquierda tan añorada por muchos que parecen no haber reparado en que en ella siempre se matricularon las más diversas tendencias en grupúsculos menudos que buscaron afanosamente alguna diferencia menor para tratar de destacar sobre los demás en una lucha suicida alimentada por las angurrias particulares de los que nunca pretendieron sinceramente ser huestes de un real movimiento reivindicativo sino aprovechadores de la mínima ocasión para pescar a río revuelto. Es de lo más inaceptable rotularlos de "caviares". Para ser caviar es necesario haber tenido un pasado cómodo y haber gozado de mil y una franquicias otorgadas por su billetera, y no venir de los estratos misios, de haber pateado latas toda su vida y ver en la dirección izquierdista su propia opción de bienestar particular sin importarle la misión que históricamente le señalaba su seudo tendencia socialista. ¿Caviares de qué? ¿De chanfainita, de caucau, de pan con camote?

Seguramente en muchos rincones del suelo patrio debe haber peruanos rectos, probos y capaces que podrían salvar al Perú, pero el Perú no está dispuesto, hasta ahora, a convocarlos para que se adelanten a la legión de tramposos, choros, delincuentes que agazapados en cada región esperan su oportunidad para saltar a la yugular de la nación para succionarle su sangre, siguiendo el ejemplo que tanto sinvergüenza ha venido dejando y señalándoles como derrotero del éxito del más "vivo". ¡Ay Perú, perucito, cómo agotas!


Escrito por

Julio Andre Checa

Cambiar es lo que necesitamos con urgencia. Aceptemos el cambio apoyándolo y promoviéndolo. Poco o mucho, como corresponda, pero cambiemos


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Rigor y monerías

Análisis y comentarios con énfasis en temas políticos, culturales, deportivos y del día a día.