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Daniel Urresti convertido en San Martín de Porras

No es el amor al chancho sino a los chicharrones

Publicado: 2015-02-28

Es increíble como están uniendo fuerzas perro, pericote y gato, para traerse abajo a Urresti. Apristas, fujimontesinistas, izquierdistas, tránsfugas, periodistas extrañamente diligentes, etc., unos más que otros pero todos remando en el mismo sentido: Hay que sacar de carrera a Urresti. 

Yo ni por el forro soy de los que apoyan a la gente que exhibe antecedentes criminales, pero a mi que me los etiqueten una vez que están sentenciados, antes no. Y claro que me gustaría que Urresti sea realmente inocente de lo que se le acusa, pero más que nada para verle la cara a tanto desaforado que no da ningún buen ejemplo de respeto a los mismos procedimientos judiciales.

Lo que pasa es que todo el corrillo que aboga por la sanción a Urresti ha permanecido callado durante más de veinte años, y ahora que el hombre asoma como un riesgo inminente para sus subalternos intereses políticos, saltan todos a una, como en Fuenteovejuna. Y digo subalternos porque el único interés que los mueve es la ambición por el poder y por los disfrutes que le espera al ganador, nunca servidor del pueblo en nuestra historia republicana.

Y obviamente empiezan a rasgarse las vestiduras y acosar a la familia del periodista Bustíos, buscando que ellos se compren el pleito ajeno, no en lo que de justo y reconocible les compete, sino en impulsores de una campaña con tintes netamente políticos. La familia del periodista está en todo su derecho de exigir justicia, y esta debería llegar inexorablemente, haciendo pagar su culpa a Urresti si la tuviera, pero eso es algo que debe dilucidar el Poder Judicial y nadie más.

Por lo tanto, no se pone en tela de juicio la causa justa de los familiares del hombre de prensa vilmente victimado, sino la ocasión en que se le quiere dar una connotación desproporcionada a un hecho aún no comprobado. Es cierto que las muertes causadas por manos asesinas no se miden en función a número y peso, pero no tienen catadura moral para sumarse al cargamontón todos aquellos que exhiben manos manchadas por masacres de conocimiento público.

Y en buena cuenta, aún los que no tuvieran manos manchadas pero si guardaran expectativas para sus aspiraciones del 2016, pierden autoridad cuando se suman a la grita ignorante que no sabe respetar los debidos procesos para poder calificar de delincuentes a quienes aún están en condición de sospechosos.

No soy de los que se suman al coro de la plebe romana en el circo, no soy el mudo que prefiere callar porque le resulta más cómodo. Repito, no es a Urresti al que defiendo, defiendo al encausado que aún no ha sido sentenciado culpable y que por lo tanto debe gozar su presunción de inocencia, hasta que la justicia decida lo contrario. Eso pasa siempre en el ámbito judicial. Alberto Fujimori empieza su carcelería de preso desde el momento en que es sentenciado. Alan García lleva a cuestas todo un cargamento de chicharrones de toda clase y de todo calibre, pero sigue orondo y candidateando porque no se le ha podido procesar debidamente para encajarle todo el peso de la ley.

Las cosas en nuestra singular patria son especiales, son diferentes a lo razonable y a la correcto. La justicia se imparte en dos estados, el tipo menú y a la carta. En el tipo menú, apto para el que carece de padrinos y sponsors, nunca un juicio es definitivo. A la carta es reservado para los poderosos, para los encollerados, para los argolleros. Aquí los veredictos son otorgados a pedido del cliente, y al gusto que permita el billete que se pone encima.

Y ojo que no hablo por hablar. Hace seis años que traigo un juicio contra la ONP, que gané en primera instancia, fue revocado por la superior, gané la casación de la suprema y estoy esperando el nuevo veredicto de la superior. Así juega el Perú y hay que acomodar el esqueleto a nuestra realidad. Y esto que se trata de un reclamo que jugó ping pong en la ONP hasta que ellos dieron por agotada la vía administrativa. Con tamaños antecedentes se necesitaría ser un redomado necio para aplaudir cualquier sentencia emitida, que de acuerdo a nuestras reglas, puede ser modificada en el momento en que los que tienen la sarten por el mango ganen su apuesta a la carta.

Reiterando, la puesta en valor de la denuncia contra Urresti alcanza su hora punta en el momento actual, porque hay una larga cola de nuestra cholizambocracia que quiere jugar sus boletitos a ganador en la ruleta del 2016, pero sacando del camino a la piedra en el zapato representada por Daniel el travieso.

De paso se agarra a palos también al presidente y a su esposa, y lo peor de todo, sin guardar las formas y el respeto que la más alta autoridad de país se merece, aunque no nos guste. Cualquier hijo de vecino reclamaba por los twists de Urresti que diz que los insultaba, y resulta que ahora no tienen empacho en tildar de "joyitas" y "aventureros" a Humala y a su Nadine. Lo malo es que los ofendidos permanecen inmutables y eso da mala espina por aquello de que quien calla otorga. En nuestra jerga delicuencial de alto nivel, esos calificativos no son piropos, y deberían merecer de inmediato la apertura de un juicio para quien se atreve a ofender así, sin recato alguno, al que aún es el inquilino de Palacio de Gobierno por la voluntad del pueblo peruano. Carajo, un poco de educación cívica no le hace mal a nadie.


Escrito por

Julio Andre Checa

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Rigor y monerías

Análisis y comentarios con énfasis en temas políticos, culturales, deportivos y del día a día.