La historia que narra Beto Ortíz sobre la detención arbitraria de un muchacho que ya lleva varios años, y cuya tentativa de demostrar su inocencia para conseguir su libertad alcanza ribetes dramáticos, sugiere que lo primero que se tiene que hacer es conseguir de inmediato el indulto presidencial, en este caso por presunta inocencia del condenado, a partir de la espeluznante narración de los hechos que hace Beto.

Es seguro que PPK no dudará en buscar el consejo más rápido de sus asesores cercanos para convencerse de que este caso necesita tanta o más prisa que la concesión de facultades por parte del congreso, porque lo que está de por medio es la subsanación de un error judicial que perjudica a un inocente (según todo indica) contra lo más preciado que tiene todo ser humano: su libertad.

Si la duda favorece al reo, y si en otras latitudes rige la sentencia de que "preferible es que cien culpables sean declarados inocentes antes de que un solo inocente sea declarado culpable", la injusticia de pagar por un delito no cometido no tiene nada que la amengüe, al punto de que sería muy difícil de que alguna persona en su sano juicio se sienta conforme si en su búsqueda de justicia se entera de que un inocente ha sido declarado culpable por el crimen que ella ha denunciado.

Aparte de la corriente de apoyo que Beto Ortíz  puede promover en todos los sectores de la ciudadanía que luchan contra toda forma de injusticia, lo que le aconsejamos es que como primer paso intente el indulto presidencial, y no para mañana sino para hoy mismo. Después puede venir el juicio que Roger le entable al estado por daños y perjuicios.