O realmente PPK es un irresponsable que no se inmuta ante nada (lo cual no parece muy verosímil porque sus ministros serían una caterva de idiotas), o todos los atacantes e incrédulos que no creen en nada de lo que dice y hace siguen viviendo en un mundo propio que se acostumbró a unas maneras que no encajan para nada con las que PPK pretende imponer como su estilo propio. Una situación así ya pasaría de castaño oscuro pues con un mínimo de "la duda que favorece al reo", esta férrea posición de intransigencia debería haber dado paso a un periodo de expectativa para evaluar con una buena dosis de tolerancia y paciencia las primeras acciones reales de este gobierno, ya apoyadas en medidas concretas que se dicten en función de las facultades otorgadas por el congreso.

Lo llamativo es que a casi tres meses del acceso al poder, la oposición dispersa en todos los ámbitos de la función pública y privada solo ataca a PPK con ligeras fintas como temerosa de que les llegue un directo al mentón por parte del gringo, que los ponga al borde del KO. Esto dice muy a las claras que la oposición no las tiene todas consigo, y es porque ese estilo que usa PPK es totalmente desconocido en nuestros pagos. Pero debemos admitir que el proceder de PPK es desconcertante, porque el bichito del baile y la carcajada lo trae tan metido dentro de si, que nosotros, peruchos de buena ley y de pelo en pecho, sentimos que nos están fumando. Y claro, una forma totalmente distinta de gobernar, inédita, no la podemos digerir de buenas a primeras. 

Por eso, "por si las moscas", por si realmente estamos a punto de asistir a un despertar de la república saliendo de una larguísima modorra para llegar al bicentenario con nueva cara, ya es tiempo de que nos cuestionemos todos, y Hildebrandt deje de joder un rato lo mismo que Phillip Butters, y que Luz Salgado se rebele a su sumisión partidaria y se pregunte si no le estará dando la espalda al cambio. Por lo menos deberíamos seguir mirando en dirección al gringo sin cuestionar todo lo que hace, cuestionamiento que por el momento lo venimos haciendo simplemente porque no estamos acostumbrados a ese tipo de movidas en el gobierno, y sin preguntarnos si finalmente no nos llevarán a buen puerto.

Porque si al final de toda esta parafernalia inicial y el subsiguiente desarrollo de los acontecimientos todo resulta bien, no estaría nada mal que nos ubiquemos en el grupo alejado de los que terminarán silbando con el hocico hacia arriba, haciéndose los cojudos mientras tratan de mezclarse en las primeras filas en los festejos del bicentenario a la voz de "¡Viva el Perú, carajo!".