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El DESORDEN ORDENADO, al estilo peruano

Lima es un buen referente pues alberga a un tercio de la población peruana

Publicado: 2017-02-27

Nos hemos acostumbrado a un desorden total, que a ojos de cualquiera persona ordenada, peruana o no, resulta caótico. Pero bien sabemos que los humanos somos seres del reino animal, que se aferran a costumbres adquiridas a través del tiempo. Por eso, cualquier intento de corregir todas las desviaciones que se han producido en este aspecto educativo de la población, es ya una tarea que requiere la dedicación a tiempo completo de un enorme ejército de "supermanes".

Como eso no es posible, el gobierno tiene que organizar toda una metodología sostenida dirigida a  volver al orden todo el desorden que actualmente domina todos los campos de nuestras actividades. Pero esto resultará complicado en grado sumo porque en nuestra conciencia colectiva tal desorden no existe. Por alguna razón paradójica, el desorden imperante es nuestro orden oficial, de modo que la resistencia será natural en la población porque ella sentirá que se quiere atentar contra sus derechos. Si, paradójico, el derecho a ser DESORDENADOS.

Parece mentira, pero esa sensación es el mejor aliado de la corrupción. Siendo esta, en mucho, producto del desorden, la corrupción encuentra el apoyo natural en el desorden para su combate a muerte contra la honestidad. Por eso se nota a diario y por todo lado el incremento del desorden, lo cual significa que la corrupción está estimulándolo para poner trabas al poder ejecutivo o a todas las instancias que se propongan luchar contra ella.

Imaginemos que, mediante medidas de fuerza de coacción muy intensas, el colectivo se ve obligado a respetar por ejemplo unas reglas de tránsito bien rígidas. Los individuos serán traicionados por su genética actual, y a la vista de tránsito libre no harán caso a las luces del semáforo que les prohíbe el paso. Y en la discusión con el policía defenderán su decisión con el argumento irrebatible de que "no había ningún peligro". Y realmente lo sentirán así, porque su subconsciente les dirá que antes ellos invadían sin luz a favor aunque los carriles estuvieran llenos, y que así si era infracción, pero ahora eso estaba superado porque los carriles estaban vacíos.

En la vida diaria ese es el comportamiento del desordenado. Con su actuar contraviene de paso a otras virtudes hijas del orden, como la puntualidad, la disciplina, el respeto, el aseo. Y no lo hace por maldad o resentimiento, más bien parece que es fruto de un encuadre diferente de su percepción cerebral. Su enfoque de las cosas nace distorsionado porque no se ha educado adecuadamente en los primeros años, cuando se colocan los fundamentos de la conducta humana. Y el principal culpable de estas distorsiones suele ser el entorno, básicamente el núcleo familiar que no es sensiblemente ordenado, y generalmente es azuzado por las amistades que pertenecen a núcleos parecidos, de donde lo único que se puede obtener es la homogeneidad en el desorden.

De este caos inicial no puede resultar otra cosa que una conducta desordenada con patrones de comportamiento que responden a esos estímulos. Entonces lo demás cae por su propio peso, siendo lo más notorio lo que se observa a simple vista en el modus vivendi. Cosas tiradas por aquí o por allá, cosas mezcladas sin responder a una clasificación elemental, cosas difíciles de ubicar por su colocación absurda e impensable o difíciles de manipular por su inadecuado almacenamiento, etc, etc. Esta metodología, si así se le puede llamar a este engendro, se proyecta más tarde al trabajo, y con más efecto negativo cuando corresponde al negocio independiente pues toda la organización (o mejor dicho la desorganización)  corre por cuenta del interesado, generalmente respaldado por gente de igual comportamiento pues el desorden nunca puede patrocinar selecciones eficientes del personal de apoyo. Por eso es que finalmente el resultado social colectivo deviene en el DESORDEN ORDENADO. ¿No lo creen así? ¿No han observado nunca cómo reacciona la gente desordenada cuando alguien practica en su terreno una política de ordenamiento? Reaccionan airadamente pues su percepción no está dispuesta para aceptar un orden que no entienden. Su frase favorita es "no me toquen nada que yo me entiendo  en mi desorden". Y es verdad.

Siendo que esto es y seguirá siendo así, el gobierno debe dejar de preocuparse con las encuestas, porque la manipulación de la corrupción indica claramente que ella dará la lucha a muerte en defensa de la situación actual de desorden generalizado, que le brinda el mejor escenario para su desarrollo. Con un poquito de suspicacia, la inteligencia del ejecutivo debe empezar a valorar la "casualidad" de una serie de hechos delictivos que todo indica que no son tan casuales, porque permiten el mantenimiento de la zozobra del pueblo trabajador y correcto, que siendo las minorías, sin embargo existen.

Todo hecho que altere el orden público merece una atención informativa especial y todo indica que hay una mano negra que se mueve para dar la apariencia de una situación inmanejable. Si PPK no se amarra los pantalones y acepta los retos para enfrentarlos con energía, la población, acostumbrada al desorden imperante, no apoyará ni un ápice en las medidas tendientes a corregir ese desorden, aunque sea gota a gota. Ya es tiempo de que PPK se de cuenta de que una gran porción de la masa ciudadana está esperando a su gran campeón, aquel que se faje con el enemigo sin dudas ni murmuraciones. Tal vez sería bueno que PPK juegue a ser un Donald Trump peruano, bien enrazado y enérgico, con ajos o sin ajos pero si con decisión.


Escrito por

Julio Andre Checa

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Rigor y monerías

Análisis y comentarios con énfasis en temas políticos, culturales, deportivos y del día a día.