Ella se merece iniciar una nueva vida junto con sus seres amados. Su conmovedora aventura le otorga ese derecho porque esos minutos eternos de agonía la han convertido en la mujer símbolo del Perú que grafica mejor que nada y que nadie la tragedia y la epopeya que vive un país signado por la naturaleza y por la inconsecuencia de nuestros gobiernos, como pasible de sufrir estas apocalípticas vicisitudes. 

Simplemente sería suficiente que una gran empresa la contrate como su abanderada de imagen y promociones para que su suerte cambie totalmente. Y además, si consigue un representante adecuado, un estudio cinematográfico podría llevar su historia al cine, con las regalías convenientemente pactadas, siendo suficiente que un equipo de guionistas del estudio prepare el guión de la película salpicando la histórica hazaña con la rememoración de hechos de la vida real de esta ejemplar mujer, cuya valía nadie pone en tela de juicio después de escucharla y apreciar que mantiene a flor de piel su sencillez y humildad, lo que le otorga la simpatía ilimitada de todos los espectadores. 

Es probable que esta sugerencia llegue tardíamente, si ya están dando los pasos en esa dirección. Ojalá sea así, pero si no, esperemos que las redes sociales hagan campaña para que los duros momentos de su ciclópea faena no pasen sin dejar una huella imborrable positiva en la admirable vida de esta mujer. En última instancia existe la posibilidad de abrir una cuenta bancaria para que la gente que lo desee le brinde la ayuda económica que ella y su familia necesitan para rehacer su vida.