Por Dios que ya me tienen hinchado los locutores de los noticieros televisivos y los cronistas de la prensa impresa, cuando usan indiscriminadamente la frase "ajuste de cuentas" para dar a conocer cada hecho de sangre que involucra a gente que ha sido atacada a mansalva, la mayor parte de las veces con la victima o las victimas eliminada(s) del mundo de los vivos.

Álex Grijelmo en el diario El País de España, con fecha 14/12/2014 trata sobre esta costumbre aparentemente ya generalizada, criticando el sentido gaseoso que ha llegado a tener el hecho por su enfoque que tiende a despojarlo del real peso trágico que conlleva, al mostrarlo como algo ajeno a nosotros y propio y exclusivo de los que están envueltos en "las cuentas".

En su columna, remata con estas palabras: 

......"Aun con esas trampas, la expresión “ajuste de cuentas” leída tras un suceso nos deja tranquilos, sí. Nosotros no somos ultras, ni debemos dinero a un mafioso, ni hemos dejado deudas de droga. Pero si esa locución encubre la venganza, el odio, el desquite, la ira, la salvajada, tal vez sea bueno que nos sintamos implicados al oírla, empezando por el inmediato reconocimiento del peligro que significan las palabras que desaloja.

Los ultras, los delincuentes... también forman parte del género humano, y sus acciones nos conciernen por ello. Algo habrá fallado en el lenguaje colectivo si unos violentos tienen en su mente la expresión “ajuste de cuentas” en vez de “asesinato”.

Es buen momento para empezar a eliminar la frase, pues su uso nos involucra a toda la sociedad como un grupo humano que acepta tranquilamente la práctica que ella encierra, con la misma facilidad con que se toma un vaso de agua o se habla de un próximo concierto. Todo aquello que ayude a la profilaxis social nos será útil en nuestra lucha contra el crimen y la corrupción. ¿O no, señor ministro Basombrío?