Esta vez no se trata de seleccionar a los once jugadores que aparentemente estén rindiendo mejor individualmente, no. Ahora si, como nunca, lo que tiene que funcionar es el foquito de Gareca que ojalá se le encienda de la manera más adecuada, para que en la cancha se plasme el juego como él lo imagina, y se pueda controlar de la manera que él la planifique.

Es decir, el gusto exquisito y adecuado del seleccionador para escoger al escuadrón nacional en función de lo que cada cual sepa ejecutar como patrimonio de su buen juego y experiencia particular, tendrá que dar paso a las decisiones que tome para armar un equipo que responda a las estrategias que el planee llevar al terreno de juego, para controlar a las huestes rivales, y en su momento hacerles daño.

Es por eso que ahora huelgan las recomendaciones de los terceros, porque cada cual tiene su propia interpretación de lo que necesitamos en esta oportunidad para hacerle frente al equipo ecuatoriano con posibilidades ciertas de éxito. Y la verdad monda y lironda es que el único que tiene vela en este entierro es Gareca, claro que con las recomendaciones, consejos y/u observaciones de su cuerpo técnico, pero nadie más.

Porque si de hacer recomendaciones se trata, nosotros podríamos decir pero tal vez ya a deshora, que hubiera sido bueno considerar a un par de jugadores de gran rendimiento en la altura, para sembrarlos en la volante, o uno en la defensa y otro en el medio, con dos piezas de recambio de iguales características. ¿Su función? Atorar y parar las salidas del equipo contrario, con un trajín que no es común en nuestros jugadores costeños porque estos se quedarían sin fuelle.

Ese es un rústico ejemplo de estrategia, y la inteligencia entra a tallar para adoptar las medidas tendientes a que dicha estrategia funcione. Es decir, determinada la estrategia, corresponde ahora al cerebro seguir los acontecimientos para ir haciendo en el terreno, y en tiempo real, los ajustes pertinentes cada vez que sea necesario. Además, se entiende que este bosquejo solo corresponde a una parte de las estrategias planificadas. 

Párrafo aparte merece el tema del arquero. Es evidente que Gallese no es el mejor arquero del mundo, pero en este momento era, y de lejos, el más llamado a defender la portería peruana, porque la comprensión y automatización en el juego que se consigue entre un arquero y su defensa no se obtiene de buenas a primeras. Por eso, esta parte del problema del juego merece una atención especial que debe iniciarse desde las prácticas tendientes a conseguir esa unidad de bloque defensivo, hasta las charlas técnicas y motivadoras que ayuden en este mismo sentido.

Lo mismo ocurre en la planificación del ataque: es impensable suponer que André Carrillo se va a hacer carrera tras carrera hacia la valla contraria, porque físicamente eso no será posible. Es decir, también las características de nuestro juego ofensivo tienen que ser materia de los apuntes y recomendaciones del D.T.

De buen augurio será para nosotros si al promediar el segundo tiempo llegamos con el score igualado, y mejor si vamos con goles a favor. Pero en cada minuto la tensión de la afición estará en su punto máximo, y esto nos permite imaginar como estará la del entrenador y el cuerpo técnico. Respaldemos a nuestro equipo y no exijamos más de aquello que resulte razonable en un compromiso tan difícil y tan decisivo como el del martes 5 a las 4.00 p.m.