Parece mentira, la ministra se enfrentó a la más difícil huelga de los últimos años y sin duda una de las más terribles del Perú republicano, y luego de un trabajo inmenso y muy sacrificado pudo mostrar su resultado: huelga levantada.

No obstante el gabinete tuvo que sacrificar su permanencia al hacer causa común con su ilustre ministra, lo que al fin de cuentas le evitó la inmerecida censura que le esperaba. De modo que la Sra. Marilú Martens debe mostrar su rostro aureolado por el reconocimiento de aquellos de sus compatriotas que saben valorar el esfuerzo sin treguas que realizó en pos de los ideales de los padres de familia y de los alumnos que requieren su educación sin claudicaciones para culminar sus estudios que los llevarán a la vida cívica productiva futura.

Después de la amargura de la ingratitud nacional representada por un congreso nada justiciero, la ex ministra bien puede andar por las calles y los rincones de su país con su integridad al tope, sin mella alguna porque los golpes que vienen de los ingratos e injustos no hacen más que golpear a los mismos que los esgrimen sin pudor alguno, contra personajes que deben enfrentarse en situación casi solitaria cuando el cargamontón es tan espantosamente abusivo.

En nombre de los que hemos tenido que asistir impotentes a la consumación de la infamia, te decimos Marilú que nos sentimos orgullosos de ser compatriotas de una mujer de tanta entereza como valía, que lo que mejor sabe hacer es enaltecer su condición de mujer para gloria de ella y de sus compatriotas peruanas. Como varón me es muy grato hacer llegar este reconocimiento a quien sin duda alguna lo merece. Lástima no más que el gobierno no podrá distinguirte con la condecoración que en justicia te mereces, porque los fariseos volverían a levantar su voz injuriosa de protesta. Perdónalos, es lo único que saben hacer.