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Las tres razones principales de nuestra eliminación

Pero no debemos bajar los brazos, el honor quedó a salvo

Publicado: 2018-06-22

Nuestra eliminación no ha alcanzado ribetes de tragedia, la imagen de nuestra selección no ha sido gravemente mellada, llegamos a Rusia tras un esfuerzo muy encomiable y nuestra participación no ha sido de relleno ni mucho menos. Los dos equipos que nos dejaron fuera, Francia y Dinamarca, seguramente justificarán su continuación en la contienda.

Son tres los factores que conspiraron grandemente contra nuestras verdaderas posibilidades, a pesar de la muy buena imagen que deja nuestro equipo que demostró que nuestra asistencia fue enteramente justificada y no con la simple intención de cumplir. Dos de esas razones son netamente futbolísticas y una extra deportiva, que la conocemos muy bien.

Primera razón: Eliminatorias increíblemente prolongadas y agotadoras en extremo.

Los equipos sudamericanos tuvieron que afrontar 18 partidos cada uno, en dos ruedas de nueve y un periodo mayor de dos años, terminando poco antes de la iniciación de la ronda final en Rusia. Miremos lo que está pasando con la participación de los sudamericanos en Rusia, donde solo Uruguay está avanzado con paso más o menos firme, aunque dificultoso. Brasil no la está teniendo muy clara, mientras Argentina y Colombia enfrentan una situación casi desesperada y Perú ya fue descartado. Chile, Ecuador y Paraguay, potencias sudamericanas, pagaron muy caro su participación agotadora.

Nuestra selección también terminó cargada de cansancio físico y sobre todo de un estresamiento, producto de una campaña tan difícil que le exigió un esfuerzo final muy pocas veces visto a nivel mundial, que en el corto plazo de respiro entre la clasificación y el inicio de la cita en Rusia, no permitió una recuperación y desintoxicación total, máxime cuando los jugadores individualmente tuvieron que atender las necesidades propias de sus clubes. Los resultados los tenemos a la vista.

Segunda razón: El caso Guerrero.

Lamentablemente, y con mucha culpa de la prensa, el caso del capitán Paolo Guerrero fue tomado como tema recurrente de nuestra continuación en la brega, en lugar de haberlo dejado libre en manos de la autoridades de la Fifa. No se puede negar que, aunque permitió finalmente su participación en Rusia, conmocionó a la selección en la etapa final, donde más necesitaba de un ambiente de tranquilidad máxima. Y no podemos negar tampoco que la afición total, en una visión muy miope del tema, abrazó la causa como si en ello se nos fuera la vida, a tal punto que la presión sobre el DT fue enorme para que lo hiciera ingresar sin interesar las razones que hubiera tenido para su separación momentánea del titularato. 

Los equipos que dependen de un solo jugador terminan pagándola caro. Portugal de CR7 y Argentina de Messi difícilmente tendrán mejor desempeño que Alemania, Brasil, Bélgica, Francia ó Inglaterra, hablando solo de las potencia mundiales. Estos últimos basan su fuerza en el desempeño colectivo, claro que a base de grandes figuras pero ninguna excluyente. 

El desconocimiento que una inmensa cantidad de personas que se incorporó masivamente a la hinchada peruana, hizo que tomara la bandera de Guerrero viendo en él al verdadero mesías del Perú. No es así, el equipo peruano no tiene estrellas rutilantes, su fuerza se asienta en el esfuerzo colectivo.

Tercera razón: Mala estrategia para alcanzar el primer objetivo.

En realidad esta es una razón que aparece nítida después de los resultados, y confirma el dicho popular de que "todos somos generales después de la batalla". Y es que por alguna razón nadie supo medir con claridad la actitud que debimos haber tomado para acceder a la clasificación a octavos de final con mucha mayor opción a como lo hicimos.

Ahora la lógica nos indica indudablemente que nuestro planteamiento debió conceder mayor importancia a no perder antes que a ganar los dos primeros partidos, sin proponer una defensa a ultranza, sino concediendo más peso al aspecto defensivo, comprometiendo no solo a la defensa sino al medio campo en un juego más elástico, con mucha visión del aspecto defensivo. Nosotros contamos con la gran fuerza de nuestro contragolpe letal, de manera que invitar al rival a atacarnos con la seguridad de que iba a estrellarse con nuestro muro defensivo también podría haber sido una estrategia disuasoria por el temor de entregarse a nuestro juego.

Evidentemente que de esa manera hubieran crecido mucho nuestras posibilidades de conseguir llegar invictos al choque con Australia, aunque fuera con dos puntos y con la intención de llegar a cinco merced a una victoria final, lo que nos aseguraba el pase a la siguiente etapa del mundial.

Pero, repetimos, esta tercera razón resalta nítida después de la mala experiencia vivida. Tal vez si la hubiéramos puesto en práctica muchas voces se hubieran alzado para criticar a nuestra dirección técnica por timorata. 

Bueno, así es el fútbol y nunca se termina de aprender. Imaginemos pues lo que pasa con esa multitud desconocedora de los secretos del más bello deporte inventado por el hombre, la presión que ejerce es terrible y más viniendo desde el sector de la tribuna que recién está aprendiendo el ABC de este tema que apasiona a hombres y mujeres de nuestro planeta.




Escrito por

Julio Andre Checa

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Publicado en

Rigor y monerías

Análisis y comentarios con énfasis en temas políticos, culturales, deportivos y del día a día.