Recién empezando la ronda de octavos de final en la Copa del Mundo Rusia 2018, los dos primeros partidos ya nos gratifican con resultados que ameritan más nuestro paso por este mundial. Y todo porque los dos ganadores han sido rivales de nuestra selección, uno hace muy poco y otro no hace mucho tiempo, Francia y Uruguay. Con el primero caímos de manera muy honrosa y al segundo le ganamos en la ronda clasificatoria, sin discusión alguna.

Y, como subrayamos, el Perú sigue rescatando honor porque uno de estos dos equipos llegará Si o Si a las semi finales, lo que significará que realizamos partidos dignos contra dos de los grandes del torneo, uno de los cuales quedará finalmente clasificado entre los cuatro mejores equipos del planeta, es decir, con posibilidades de ser el campeón o subcampeón de este torneo, o por lo menos el dueño del tercer o cuarto puesto.

Aparte de esta reconfortante perspectiva, seguimos relamiéndonos de gusto por el gol de antología de la pareja uruguaya Suárez-Cavani. Declaro bajo juramento que nunca en mi vida vi un gol semejante, que parecía ser extraído de tiempos pasados no muy lejanos pero tampoco muy cercanos, cuando una de las formas de comunicación "rápida" era a través del cable submarino. 

En esa hipotética e idílica construcción metafórica, Cavani le envió un cable a Suárez, en forma de un primoroso balón disparado de continente a continente, el cual fue recibido pulcramente por el destinatario, quien después de revisar su contenido, le envió de regreso la respuesta. Cavani, bastante ansioso por conocer la respuesta, hizo una muy rápida travesía hacia un punto de recepción que consideró adecuado, y allí, dándole una ojeada rápida a la respuesta que lacónicamente decía "Si, hágalo", de un glorioso y certero cabezazo cumplió con el encargo final. 

¡Qué belleza, qué precisión! No se que tipo de gol tendrá que hacerse para descartar a este como el mejor gol de este mundial. Afortunadamente no fue en realidad de la época romántica señalada, y por eso han quedado grabadas indeleblemente las escenas de la colosal creación, para ser admiradas hasta el fin de la eternidad. No creo exagerar.