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Furibunda contraofensiva de la corrupción

Sabíamos que no iba a ser fácil 

Publicado: 2018-08-09

Con el oportuno cargamontón que le están haciendo al Dr. César San Martín, nos están comunicando que la contraofensiva recién empieza. Sus armas están siendo preparadas y lo que venimos viendo no es otra cosa que sus primeras escaramuzas. Y se hace difícil de asegurar que todo este ataque inicial al magistrado corresponda exclusivamente al gran bloque de los corruptos, o incluya también a los tontos útiles de costumbre.

Es posible que muchos de los que se pliegan al cargamontón lo hagan con la intención de mostrar condescendencia con el bloque de los interesados, para aparentar una cierta imparcialidad que no viene al caso, o definitivamente lo hagan porque están convencidos del mal proceder del Dr. San Martín.

Desde un comienzo el juego velado (pero suficientemente torpe como para no darse cuenta) ha consistido en meter en un mismo bolso a todo "delito", califique o no, es decir, aunque sea un hecho sin trascendencia, en un intento de emparejar la cancha en el partido corruptos contra honestos. Se entiende que honesto es todo aquel que puede haber cometido acciones que a ojos de un puritano sean delitos, más no así ante el público decente en general. Este punto lo explicó muy bien Augusto Alvarez Rodrich, verdadero ejemplo de decencia profesional, y con quien tuve el privilegio de cruzar unas cuentas misivas durante su paso por la dirección de Perú 21, cuando tuvo la gentileza de responderme como lo hacía con todos sus lectores.

Bueno pues, para corruptos y para los extremadamente "legalistas" aquí presentamos las dos principales aristas del sustento de la inaplicabilidad de sanción alguna para el proceder del Sr. San Martín. Las estamos denominando El caso de la hermana y El tentáculo de  la ley.

EL CASO DE LA HERMANA.- En un tema como este en que censuran al Dr. San Martín, los censores sea cual sea su sello, se rasgan las vestiduras sin considerar que todos, o por lo menos la gran inmensa mayoría habría actuado de la misma manera como lo hizo el magistrado. Esto en idioma mondo y lirondo se llama hipocresía sin un gerónimo de duda ni pascual de diferencia. Y los que claman por el castigo al señor juez, no pueden esquivar su condición de fariseos. Porque más allá del impulso natural del hermano por interceder por su hermana con igual o mayor vehemencia que por el amigo, existe ese clamor imparable que desde el infinito retumba en la conciencia y en los oídos del señalado, trayendo la voz de la madre para recordarle que su amor maternal le exige una actuación acorde con lo que ella espera de sus hijos. Y si la voz le llega en vivo y en directo porque la mamá aún vive, la dificultad de mostrase insensible se torna insoportable.

EL TENTÁCULO DE LA LEY.- Intencionalmente no incorporamos en el punto anterior el hecho incontrovertible de que el favor solicitado no involucraba la comisión de un acto reñido con la ley o las buenas costumbres, puesto que el tema de fondo ya había sido aprobado. Por eso, si no fuera dramático este caso, no dejaría de ser risible el escuchar a tanto desorientado exigiendo que haga su "colita" para que espere como cualquier hijo de vecino. Aquí se pinta de cuerpo entero gran parte de nuestra sociedad, la de la envidia y la mezquindad: No es que estoy a favor de que aunque sea UNO evite lo ilegal de la espera innecesaria, fruto del peso de la burocracia o del negociado corrompido, sino que ese también sufra lo que los otros sufren, porque eso me da satisfacción y deja mi conciencia tranquila. 

Es decir, el hecho de que alguien pueda interceder por otra persona ( y que mejor que sea por la propia hermana, lo que debería ser más bien un atenuante mayor), y sin mayor merecimiento a critica porque permite rasgar ese velo malvado de la demora, que disminuye el efecto favorable de la ley, bien podría considerarse como un tentáculo de la ley, a usarse cuantas veces sea necesario, sin tacha ninguna para cualquier ciudadano. 

Aunque el artículo de Mariella Balbi publicado en Perú21 el miércoles 8 de agosto no toma partido por el juez supremo, comparto línea a línea su párrafo final: "Vayamos al punto; quien no ha pedido un favor en el Estado que tire la primera piedra. Ocurre en la China y en la Cochichina".


Escrito por

Julio Andre Checa

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Publicado en

Rigor y monerías

Análisis y comentarios con énfasis en temas políticos, culturales, deportivos y del día a día.