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Donde comen tres, comen cuatro

Sinceremos la migración en su real magnitud

Publicado: 2018-08-27

En el Perú somos, en números redondos, 32 millones de peruanos de los cuales unos doce millones viven en Lima. Se dice que han ingresado hasta la fecha 400,000 venezolanos en busca de refugio o de oportunidades para intentar mejorar sus condiciones de vida.

Hay un antiguo dicho muy popular en el ámbito doméstico: "Donde comen tres, comen cuatro" a lo que podríamos adicionar "siempre es posible tirar un colchón al suelo para que entre uno más".

Pues bien, suponiendo que los 400,000 venezolanos vinieran todos a Lima, el dicho se transformaría en "donde comen y duermen doce millones, pueden comer y dormir 12´400,000". El peruano es bastante flojo en las matemáticas, pero podemos asegurarle que esta posibilidad es mucho menor que la que conocemos de "donde comen tres, comen cuatro", porque comparándolo con el "de tres, cuatro", equivale a "donde comen 30 pueden comer 31". Puede apreciarse, por lo tanto, que el asunto no es tan peliagudo como lo quieren pintar. ¿O se considera fregado que donde vivan 30 puedan vivir 31? Uno por cada treinta en muchísimo menos que uno por cada tres, ¿entendido?

Además no se trata de que en nuestras casas vamos a meter uno por cada treinta, ellos van a ocupar lugar en el ámbito abierto de la gran ciudad y sus distritos, es decir, en inmuebles alquilados, en casa de amigos o de antiguos residentes, o en locales abiertos donde van a ser acondicionados de forma provisional. En esto somos expertos porque las grandes invasiones fueron muchísimo más dramáticas. Y por otra parte no nos van a robar nuestros alimentos porque los van a adquirir con el fruto de su esfuerzo.

Lo importante es darse cuenta de que se está dramatizando demasiado el efecto por ahora. Es cierto que tiene que hacerse un control estricto, sobre todo para poder enfrentar el efecto de un crecimiento desmesurado no esperado. Pero por ahora todo es manejable, y si a eso le ponemos la tradicional hospitalidad y solidaridad de nuestro pueblo, no deberíamos dejarnos llevar por gente interesada en crear caos y problemas donde no los hay, por lo menos de la magnitud que se le quiere dar.

Lo que si podría sugerirse a los hermanos venezolanos es que afinen su creatividad para no saturar ese mercado informal que han abierto con sus ventas en los carros de servicio público, porque no hay forma de que la gente maneje un presupuesto especial para comprar alfajores, chocolates y golosinas en general, aparte del miedo que despierta el consumo ilimitado del azúcar. Ellos deberían pensar en vender artículos de fácil salida y que resulten atractivos y necesarios para el consumidor, de manera que los pasajeros sientan simpatía por los vendedores que les traen a sus narices productos que de todas maneras necesitan comprar, con lo que los colaboradores obtendrían un doble beneficio, el espiritual de la ayuda al hermano extranjero en necesidad, y el práctico de facilitarle la compra de  algo que está necesitando o va a necesitar en el día a día.


Escrito por

Julio Andre Checa

Cambiar es lo que necesitamos con urgencia. Aceptemos el cambio apoyándolo y promoviéndolo. Poco o mucho, como corresponda, pero cambiemos


Publicado en

Rigor y monerías

Análisis y comentarios con énfasis en temas políticos, culturales, deportivos y del día a día.