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Los Doctores de la Ley son los sabios, no los abogados

La ley es un concepto casi totalmente entendido por todo el pueblo

Publicado: 2018-09-17

En el estricto sentido de la ley como directiva de observancia obligatoria para todo miembro de una comunidad o sociedad en general, prácticamente toda persona en uso de razón y plenas facultades entiende que de la misma se desprende una serie de derechos y obligaciones que los estados han formulado para la correcta y adecuada convivencia como nación.

Es decir, se respeta la ley porque de ella emanan órdenes que todos entienden como necesarias y adecuadas para la convivencia pacífica y armónica. En este entendimiento entonces es obvio que cualquier miembro de la sociedad sabe apreciar las bondades de la ley, y mostraría su rechazo, indignación y rebeldía si siente que ella, al contrario, es un obstáculo para el correcto desarrollo humano y las interrelaciones saludables en las comunidades.

O sea que no se necesita ser muy versado en derecho para poder juzgar el desempeño de nuestros semejantes dentro de los cauces de la ley.

Y en un enfoque aún más elemental pero no menos profundo, se entiende que antes de la promulgación de las leyes tuvieron que existir el criterio, el sentido común, la filosofía, la moral, la psicología, el acervo, y todas las ciencias que terminan siendo el sustento de las ciencias políticas. Y con el transcurso del tiempo son los grandes pensadores políticos los que van dando forma a los distintos sistemas sociales que en su ruta van incorporando como pieza medular a los aspectos económicos que terminan siendo baluarte para la creación de los estados. Cuando ya está suficientemente perfilado el continente del estado, incorpora pomposamente el calificativo de político que lo distingue a plenitud.

Por lo tanto, no puede ser exclusividad de los abogados el manejo del aspecto legal de la sociedad, por lo menos en su estructuración dentro del derecho. No se discute que los abogados son los expertos en la terminología y en los detalles mínimos de la ley escrita, pero es tanta su influencia en este aspecto que suelen utilizar sus conocimientos para darle un matiz distinto a lo que la ciudadanía entiende, forjando desde la redacción misma los disimulados resquicios por los cuales ellos mismos encontrarán la llave para sus propósitos, los santos y los no muy santos.

Desde el subterfugio de las "interpretaciones auténticas" hasta la forzada diferenciación entre evasión y elusión siendo la primera correcta y la segunda delictiva, cuando en el fondo son los mismo; y con el mayor agravante en lo jurídico donde todo un juicio se puede ir al tacho si no se presenta un alegato dentro de un plazo perentorio, no obstante que el resto del proceso toma meses y años para que se cumplan los pasos que en forma de carrusel giran delante de nuestros ojos, nuestra paciencia y nuestra amargura. Graficando de manera caricaturesca y grosera este último tema de los plazos, imaginemos que una disposición así de alucinante indique "El plazo para denunciar un crimen vence dentro de los siete días", y que cuando te enteras del asesinato de la abuelita ya transcurrieron diez días, no te aceptarían la denuncia y en teoría la abuelita seguiría viva, no obstante haber sido enterrada. Y no hubo crimen. Ciertamente este caso así no sucede, pero en la vida real suceden cosas que te llevan inexorablemente a pensar que el símil es válido.

Lo que queremos dejar sentado es que si no hubiera sido por los grandes genios pensadores de la política, como Rousseau, Montesquieu, Tocqueville, Saint Simon, Proudhon, Marx y Engels, y muchísimos otros antes y después de ellos, tal vez ni siquiera se conocería el concepto de estado, y menos si hubieran tenido que ser abogados los que idearan los sistemas de gobierno que regirían en el mundo.

Nuestros abogados no se distinguen precisamente por su enjundioso conocimiento de los aspectos políticos del buen gobierno, pero son buenos para comentar y despotricar contra todo con gran desparpajo. Necesitamos  con urgencia hombres del talento de José Carlos Mariátegui y Victor Raúl Haya de la Torre, por nombrar a nuestros dos más renombrados políticos de la república.


Escrito por

Julio Andre Checa

Cambiar es lo que necesitamos con urgencia. Aceptemos el cambio apoyándolo y promoviéndolo. Poco o mucho, como corresponda, pero cambiemos


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Rigor y monerías

Análisis y comentarios con énfasis en temas políticos, culturales, deportivos y del día a día.