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En el tema de género, ¿hablan los que deben hablar?

¿No será que los adultos están jugando un carrusel?

Publicado: 2019-05-10

No se si el mundo cambió tanto, o ya perdí el sentido de la realidad. Porque aunque los padres de familia nunca aceptaron que sus hijos tuvieron alguna fuente de conocimiento sexual aparte de la del hogar, y los profesores fueron muy cautos en sus explicaciones sobre esos temas que eran (y son) considerados escabrosos, hasta donde yo recuerdo la mejor escuela en esta asignatura estaba a cargo de los propios compañeritos de colegio, con énfasis en los mayorcitos y en los más despercudidos.

Y lo mismo pasaba con la patota del barrio. ¿Tanto cambió el mundo o los que fueron muchachos en épocas pasadas perdieron la memoria? Y no se diga que hablo porque tal vez mi colegio fue un emporio de muchachos truhanes inadaptados. Por causas ajenas a mi voluntad mi periplo estudiantil abarcó muchas escuelas, empezando por una escuelita fiscal rural en Jíbito, Piura, que no computo porque era a muy tierna edad y era regentada por mi sabia y heroica abuela, pero ya en Lima desfilé por el Colegio Hipólito Unanue, a la sazón colegio particular, por el Colegio Lima San Carlos, y luego en secundaria por el Colegio Nacional Alfonso Ugarte, aún no G.U.E., y después por el Colegio Nacional Bartolomé Herrera, aún no G.U.E., para rematar en la nocturna de la G.U.E. Pedro Labarthe.

Con un mix tan pintoresco de colegios, ni como achacar a las condiciones especiales de mi escuela mi formación sexual en cuanto a conocimientos y convicciones. Fue una era en que las cosas funcionaban así. Por una cuestión de género, no puedo hablar de lo que sucedía en el ámbito femenino, pero me imagino que no habían diferencias insalvables, pues en el barrio la amistad y el contacto de unos y otras se desenvolvía en condiciones totalmente normales.

Ya padre de familia y con la tranquilidad de quien había transcurrido su época escolar de manera común y razonable, controlamos junto con mi esposa el desenvolvimiento de nuestros hijos cuando fue el turno de ellos, y como hogar bien establecido nos preocupamos sobre todo por el aspecto moral del educando, habida suficiente prueba de que los maestros cumplían con exceso su rol educativo en lo que a ellos competía.

Pusimos especial énfasis en desarrollar su sentido crítico y su personalidad para que se forjaran como personas independientes y responsables de todos sus actos, y no tenemos duda alguna de que nuestras esperanzas se vieron realizadas, y no tuvimos nunca necesidad de clamar "¡Con mis hijos no te metas!". Estuvieron en su mundo propio y nosotros tuvimos buen cuidado de no invadirlo, nunca los vimos como seres de nuestra propiedad, sino como personas que habían sido puestas bajo nuestra tutela para prepararlos adecuadamente para su futuro, y sin pretender influenciar en ellos más de lo estrictamente necesario.

Ahora me causa profunda extrañeza que muchas personas contemporáneas a mi, o bastante próximas en las décadas de nuestra acumulación de experiencias, lideren movimientos reivindicatorios de quien sabe qué. Si las vivencias que les sirvieron de norte para manejar adecuadamente su futura función paterna estuvieron plagadas de defectos con claro matiz sexual, sería bueno que expliquen donde se desarrollaron esas vivencias y en que circunstancias, porque lo que me parece alucinante es que hasta ahora no escucho una sola voz que en este tema que ellos consideran tan álgido, haga referencia a la tremenda influencia que tiene la patota, collera o mancha, en este asunto, cual si ellos hubieran transitado por el mundo sin haber sentido o tenido el privilegio de disfrutar de ese inapreciable compañerismo y fuente inagotable del saber que transmite a todos sus integrantes.

Salvo, claro está, que ellos hubieran pasado solitarios por toda su etapa escolar, o en su defecto contado con una patota tan desinfectada según su gusto, que de ella no recibieron ni aporte ni contagio alguno. Debe ser digno de escuchar los diálogos que se suscitan entre ellos con motivo de sus reuniones de promoción.


Escrito por

Julio Andre Checa

Cambiar es lo que necesitamos con urgencia. Aceptemos el cambio apoyándolo y promoviéndolo. Poco o mucho, como corresponda, pero cambiemos


Publicado en

Rigor y monerías

Análisis y comentarios con énfasis en temas políticos, culturales, deportivos y del día a día.