A pesar de ser un tema netamente futbolístico, este es un caso que traspasa esas fronteras para incorporarse sin ningún reparo en la complejidad del comportamiento humano.

Mauro Zárate se destacó mucho por sus actuaciones en el club Vélez Sarsfield de Argentina, pero por motivos particulares y en uso de sus derechos innegables, se cambió al Boca Juniors. Cómo es natural, este hecho mortificó mucho a sus hinchas del Vélez, mientras la hinchada del Boca lo recibía con júbilo. 

Zárate debió entender como buen aficionado del fútbol, que los reproches de sus antiguos seguidores se ubica perfectamente en los códigos de este deporte, y por lo tanto, y esto es mera suposición, su cariño y agradecimiento  por el equipo que lo acogió hasta llevarlo a la condición de ídolo, no debería (así, en condicional) haber sufrido mella. Pero resulta que Zárate se mostró resentido con la actitud dolida de su ex-hinchada y no se reservó nada para mostrar su desprecio hacia el club que antes le brindó tantas ovaciones, y patentizó en forma exagerada y descarada la alegría que le ocasionaba no la clasificación del Boca, que era legítima, sino la venganza que era lo que sugerían sus expresiones y gestos realmente censurables.

Hasta allí todo no pasaría de ser uno de los capítulos menos rescatables del fútbol como vitrina para la juventud, pero lo detestable y además de inmoral, vergonzoso, innoble y falaz, fue su respuesta ante la pregunta de un reportero respecto a lo que le dejaba el triunfo de su equipo actual, el Boca Juniors: "Se clasificó el equipo grande".

Pese a la distancia y al ambiente en que me encontraba, recostado en mi cama viendo por Tv en Lima , Perú, el partido y todos los detalles, sentí la afrenta como si nos afectara a todos los que admiramos las enormes proezas que en épocas próximas pasadas convirtieron al Vélez en un equipo de primerísima categoría, y simplemente se me cruzó por la cabeza la sencilla respuesta que debió darle el reportero "A Chila no le va a hacer ninguna gracia lo que usted acaba de decir". Eso hubiera sido suficiente, y en la mente del desubicado jugador la frase aún le estaría sonando.