Todo parece un gran zafarrancho. Habla Pedro, habla Martín, retruca Casimiro, entra Leonilda, mete su cuchara Janet, y la danza sigue. El pueblo que al comienzo miraba estupefacto, ahora se encoge de hombros, siente que el asunto no le toca.

Pero si le toca, ¡y de qué manera! Es la patria la que se despanzurra ante nuestros ojos porque los políticos (es un decir) actúan como muchachos de primaria, dejando salir todos sus humos de experiencia incipiente, completamente insuficiente para atender las tareas que ellos atrevidamente han acaparado.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.- Estos son los verdaderos ganadores (es su sentir propio) de este sancochado. Por eso tratan de agrandar cada paso que da hasta perico de los palotes en esta comedia que en verdad no es risible sino patética, y vociferan las noticias que inflan de profeso para causar más impacto: Ellos están gozando de este carnaval absurdo, por aquello del rating, el cual a su vez se ve reflejado en ingresos.

¿Y LOS OTROS?.- Claro, los demás también llevan agua para sus molinos, aunque con fines distintos. El principal es salvar el pellejo, en unos casos, y en otros mantener el statu quo para seguir con la mermelada.

Porqué lo que se le reclama a la oposición es que termine con esa feria de trampas y cabes que le ha puesto no al ejecutivo sino a la nación. ¿O no hemos visto y estamos viendo en vivo y en directo todas las trapacerías y tropelías que cometen? Y encima quieren endilgarnos el san benito de que actúan conforme a ley, con la constitución en la mano.

Y la pregunta lógica es, ¿se puede permitir a la vista y paciencia del pueblo que, so pretexto de no atentar contra la democracia, todos los delitos cometidos y los que se vienen a continuación queden impunes? ¿La constitución no es hechura humana, y por lo tanto perfectible, o es creación de Dios?

Lo que está pasando es que los fans e hinchas de los grupos de oposición, que son los causantes de todo este desmadre, actúan imbuidos por sentimientos impulsivos cual si se tratara de sus equipos de fútbol (léase la U, Alianza, Muni, Cristal, Boys, Melgar, etc.) que se están jugando la vida por el campeonato. No señores, esto no es fútbol, esto trata del futuro de la nación, de nuestros hijos y padres y de nosotros mismos, y no puede manejarse con tal ligereza e impavidez. Cuando la patria llama, es el momento de romper el molde y decir ¡Presente!, y la respuesta al llamado tiene que ser la que conviene solo a los intereses del pueblo en su conjunto. Lo que les pase a Mauricio, a Paco, a Rosario, a Magdalena y a Pánfila allá en sus curules, es su problema. Si se quedan sin emolumentos, sin gratificaciones ni gastos de viaje y representación, allá ellos. Eso, lo que les pase, solitos se lo han buscado, que no se pretenda endilgarle al pueblo la culpa que es ajena, y cuyo corolario pretenden que sea la impunidad.

Ellos acorralaron y prácticamente empujaron a un presidente viejo y blandengue hasta el borde del abismo, obligándolo a pedir chepa y renunciar al cargo para el que fue elegido. ¿Todo eso fue democrático? ¿A todos los que hicieron esa hazaña se les debe premiar  con diploma, medalla y jugosa gratificación, amén de carta libre para seguir como el gato del despensero? 

Ya pues señores seudo constitucionalistas, expertos en derecho constitucional, espontáneos de la defensa de lo indefendible, dejen de fregar al país, no sigan inventando cuentos que por ser tan contradictorios entre ustedes mismos, muestran la falencia de su argumentación.

En resumen, en estos escarceos y escaramuzas previos a la gran mechadera que lo más seguro es que termine en un duelo a pañuelazo limpio, los congresistas y sus defensores aparecen como los conservadores mientras que el ejecutivo y sus asesores representan a los progresistas. Si esta calificación no es la correcta, por lo menos es lo que parece.