El Poder Ejecutivo se asienta básicamente en la figura del Presidente de la República. Él ejerce el mando supremo sobre todo el gabinete y por ende sobre todas las instituciones del aparato estatal encargado de la ejecución de los programas que sustenta, y de las acciones en general que el país requiere para su desenvolvimiento.

En cambio el Congreso de la República, interesadamente pregonado como primer poder del estado solamente para fines de propaganda política, semeja la figura de un híbrido de 130 cabezas, es decir un monstruo cuyas partículas representadas por cada una de sus pequeñísimas partes, no solo no son una unidad  si no que además no actúan como tal, porque cada uno de sus diminutos corpúsculos generalmente quiere andar por su cuenta y riesgo.

El único momento en que este engendro da la talla, es cuando es representado por el Presidente del Congreso, el cual, dicho sea de paso, es proclive a que las otras 129 piecesitas, o una parte significativa de ellas, quiera incluso suspenderlo (?).

¿Puede en estas condiciones constituir el primer poder del estado? Por que es absurdo que esas figuritas se atrevan a pechar individualmente al representante del Poder Ejecutivo que además es el jefe de las Fuerzas Armadas y representa a la nación. Pero la civilidad tiene que asistir impotente al ridículo espectáculo de ver al insignificante insultando al gigante, desparramando su histeria sobreestimando incluso su valor político, el cual solo toma tamaño cuando es acompañado por un grupo significativo de los liliputienses. Parece mentira que la soberbia haga presa tan fácil de esta gente que ni siquiera sabe guardar las formas, ya que no el respeto a la figura presidencial, dado que no se le puede pedir peras al olmo.

Lástima que tengamos que soportar esta tara de la democracia. Y digo tengamos porque se trata de la nación en pleno, o por lo menos de la gente más informada y más culta, que todavía sigue siendo la gran mayoría del país, a pesar de que hay muchos que calificando para estar en este sector, de motu proprio se han arrimado a los bárbaros que quieren llevarse todo por delante.

Y estos bárbaros que deliran en su esfuerzo por denigrar al Presidente, son los mismos que quieren a toda costa ser sus sucesores. De Ripley.