Si el Congreso no se manifiesta a favor o en contra de conceder la confianza solicitada por el Ejecutivo, lo que se impone es buscar la fórmula mediante la cual sea posible declararlo en recesión temporal, mientras sus integrantes toman una decisión válida.

Es que la verdad monda y lironda es que la abstención solo significa NO SE. Y si no sabes, cholito, ándate un tiempo a tu casa hasta que ya sepas, porque no se te paga para que no sepas lo que tienes que hacer o decidir, si no para que lo hagas.

Sacar la vuelta a todas las disposiciones no solo legales sino constitucionales, es práctica consabida de nuestra sociedad política, de allí surge lo de la interpretación auténtica. Esta suerte de falacia se está generalizando y ahora todos los defensores del mantenimiento del statu quo la están tomando como caballito de batalla, sacándole nuevamente lustre a una tristemente célebre situación que fue emblemática de un periodo oprobioso de nuestra historia más o menos reciente.

Pues bien, si ese es el juego, corresponde a los que luchan por los cambios que la población mayoritariamente exige, hacer su propia interpretación y ver como acomoda lo de la disolución del congreso a solamente una recesión no tan lesiva, pues si bien debe ser sin goce de haberes (como corresponde a toda supresión de trabajo pagado), puede retornar a la normalidad tan pronto los congresistas decidan que ya se acordaron de lo que querían, y ya no van a seguir con la abstención.