Esta nota va a parecer sarcástica, y si, lo es. Pero antes que irónica en realidad es producto de una curiosidad mayúscula. La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema ha fijado la fecha y hora en que hará público su pronunciamiento sobre la casación presentada por la defensa de la Sra. Keiko Fujimori, para el día 9 de agosto a las 9.00 a.m.

Es decir, misma cartelera cinematográfica. Ya tenemos el día de la función y la hora. Y de todo ello se desprende, como es natural, la curiosidad humana por conocer cual es el método empleado en una función tan delicada que permite determinar con anticipación precisa el momento en que ya estará disponible para el consumo popular el veredicto sobre si procede o no la excarcelación inmediata de la agraviada.

Pero parece que la metodología, en el suspenso que crea la expectativa, manifiesta una crueldad intolerable para la recusadora. Y claro, puesto uno en el pellejo de la Sra. Fujimori se daría cuenta de lo pesados que se hacen los días, horas, minutos y hasta segundos desojando margaritas en la duda acerca de cual será la decisión de la sala.

Es obvio que la cosa cambiaría fundamentalmente si la detenida ya supiera con certeza que su liberación es inexorable, en cuyo caso unos días más haciéndose parte del circo que esta expectativa crea, podría tornarse soportable pensando desde ahora en los días de libertad que ya le esperan. Pero aún, si así fuera, no dejaría de tener razón la curiosidad por conocer este novísimo método que permite anticipar el resultado de un proceso en el que intervienen varios magistrados.

Es que se supone que cuando se trata de un tema tan álgido, y aún si no lo fuera si no tan solo tratándose de un asunto de decisión colegiada, es bien difícil el simple hecho de organizar un cronograma con tal fin, porque nada hace suponer que en las fechas programadas las decisiones SI o SI ya estén tomadas.

Pero si se demuestra que esto funciona, sería bueno que se se adopte en la administración pública para todos los temas de interés nacional que suelen dormir el sueño de los justos, en diversos compartimentos y cajones de los funcionarios de todo nivel.

La crítica sobre este estreno, perdón, sobre esta cuestión, va en el sentido de lo mediático que se está convirtiendo todo lo que es público, abarcando cada vez más abanico en su función, donde ya parece en realidad excesivo que una Sala de la Corte Suprema también entre en la danza. Porque nadie negará que fijar públicamente fecha y hora para dar un veredicto no tiene otra intención que atraer los reflectores hacia el espectáculo. 

En fin Sancho, cosas veremos. O mejor dicho cosas estamos viendo y todo hace suponer que el carnaval continuará.