Parece mentira, cuando la inteligencia se pone al servicio de las grandes causas, las situaciones más difíciles y aparentemente inmanejables pueden convertirse en el más glorioso motivo para ser transformadas en oportunidades insuperables para tornarlas en un casi milagroso impulso de un nuevo amanecer.

¡Qué mejor regalo pueden hacerle a la patria los hombres que habiendo promovido esta crisis , o impulsándola en base a enfrentamientos de todo tipo, marcados por el signo de la intolerancia, la agresividad, la infraternidad perniciosa y en ocasiones el deshonor, cual motivados por un rayo divino se pongan de acuerdo en firmar un armisticio con el único fin de dejar ante la historia las bases de la nueva república a partir de su bicentenario!

Cómo fuera posible sembrar en sus cerebros el significado que tendría para el Perú iniciar después de 200 años de vida republicana, el despegue de una nación con sus destinos bien marcados rumbo a su desarrollo y, por fin, al cumplimiento de su lema "Firme y Feliz por la Unión".

Cómo fuera posible que todos los peruanos, al unísono, aceptáramos que esos primeros doscientos años de independencia han sido el periodo del aprendizaje, duro y esmerado, cruel y generoso, honesto y deshonrado, que finalmente nos llevó a una encrucijada en la que, por fin, una generación de gente que finalmente tuvo el acierto de darse cuenta que el camino, si bien había sido lleno de accidentes y desgracias de todo calibre, permitía entre toda la mixtura de virtudes y vicios, de éxitos y fracasos, por fin una salida mostrando la dirección adecuada para iniciar la nueva patria a partir de esa fecha tan simbólica.

¡Cómo fuera posible que los personajes que en este momento están al frente de nuestra nación, conformando los tres poderes del estado, pararan mientes en la gran ocasión que la misma historia de la patria les ofrece de entrar a ella por la puerta grande, transformándose en una especie de refundadores de la patria, seres que pueden llenarse de gloria si se sienten motivados a pelear por esa causa!

Un compromiso ante la nación, una limpia y no tenebrosa ni corrompida Acta de Sujeción, que obligue por la letra y el respaldo del pueblo a cumplir su mandato de poner a toda la sociedad al servicio de la patria, un convenio firmado por las autoridades de los poderes legislativo y ejecutivo, y garantizado por la idoneidad del poder judicial y del Tribunal Constitucional, que sirva de aquí en adelante como primer referente de las obligaciones del ciudadano, la primera de las cuales será la observancia límpida y transparente de la Constitución del Estado, sin recortes ni subterfugios sino su acatamiento al estricto sentido de sus mandatos y de las leyes.

Una Acta de Sujeción producto de las mentes más brillantes del país, estructurada de tal forma en su letra que ponga candados para evitar que sea prostituida en el tiempo, que sea el documento matriz de todos los actos del peruano, el memorándum obligatorio para disipar cualquier duda de la ciudadanía, en cualquier tema de base política o social, no en su enunciación sino en su espíritu.

En fin, la desacreditada clase política nacional se encuentra frente a una oportunidad como no la tuvo nunca ninguna otra en cualquier tiempo pasado. Esta clase tan venida a menos y tan vilipendiada tiene ante si la preciosa oportunidad de treparse en el tren de la historia en sitio privilegiado, tiene la opción de escribir la más bella página de nuestra historia, la del alumbrar a la patria nueva.

¿La desperdiciarán? Solo ellos y ellas tienen la respuesta.