El Apra y Roque Benavides: un proyecto que se las trae
Si se realiza será un boom imparable, algo muy pocas veces visto
No soy ni nunca fui aprista, mi padre si lo fue y de los de cuño antiguo, militó desde muchacho en esas huestes y esa militancia le ocasionó persecución y torturas, estuvo muy cerca de Haya de la Torre y por cuestiones de sobrevivencia familiar se retiró antes de que el partido accediera al poder. Nunca persiguió beneficio alguno, más allá de los ideales que alumbraban los caminos de esa juventud y gente curtida en la lucha social de la primera mitad del siglo XX.
Considero pertinente esta introducción a mi columna para que se descarte de plano cualquier intención interesada de parte mía. Este comentario nace exclusivamente de la observación del escenario político nacional y sus posibles proyecciones.
En este entendimiento, no parece muy difícil de pronosticar que en las filas partidarias del Apra dentro de sus masas o de lo que queda de ellas, la noticia de una posible alianza del partido con Roque Benavides para intentar llegar nuevamente al poder, seguramente causará un revuelo descomunal, porque no hay que ser muy pitoniso para prever eso, basta solamente conocer la idiosincrasia nuestra para concluir en que así será.
La aureola que trae Roque Benavides como un hombre de empresa muy exitoso y de gran recepción en diferentes niveles de la población, debe hacer crecer una ilusión y una esperanza gigante en las filas de los remanentes apristas y de los ciudadanos que guardan estimación por la legendaria historia del Apra primigenia, lo cual sería suficiente para augurarle un caudal de votos muy respetable, que con toda seguridad puede pelear el triunfo en la elecciones tempranas del 2020 o normales del 2021.
Sin embargo, lo primero tendría que ser barrer con el rescoldo de los últimos malos tiempos, personificados básicamente en Mulder, Velasquez Quesquén y Del Castillo. Esto es fundamental para lavarle la cara al aprismo cautivo del fujimorismo.
Si esto se concreta, será una pena que Julio Guzmán tenga que hacerle frente en la lucha por acceder a la presidencia. Así como está tendida la mesa electoral sería impensable que Benavides y Guzmán conformaran una coalición que, entonces si, sería invencible. Y ante esta perspectiva, para Benavides, si se anima a participar, lo que tendría que hacer sería convencer a Carlos Neuhaus para que se incorpore a su movimiento. La marca del APRA no debe ser inconveniente para convencer a cualquier futuro interesado en conformar la alta dirección del movimiento, porque basta con reubicarla en el imaginario popular en función de lo que fue originalmente, para que la simpatía se vuelque por el sentimiento nostálgico que ello causaría en gran parte de la población.
La deducción se basa en el efecto que causa la idea de ver juntos empujando los destinos de la patria, a dos peruanos que no aparecen manchados como tantos políticos, y que con sus logros nos han demostrado que los peruanos somo capaces de mover montañas y obtener resultados que a primera vista parecen soñados. Y si quisiéramos reforzar aún más este bosquejo de futurología política, nos atrevemos a sugerir a alguien como Gino Costa para encabezar la lista de aspirantes al Congreso. Después de todo, si hay un plan limpio en favor del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, toda conversación que apunte en esa dirección bienvenida sea.
En el mismo entendimiento se haría indispensable la incorporación al proyecto nacional de lo más graneado de nuestra representación femenina, representado especialmente por mujeres de lucha de la llamada izquierda, como son Verónika Mendoza, Marisa Glave e Indira Huilca y otras, si es que se llegara a conjugar un gran núcleo de políticos de gran representatividad popular, amalgamados todos en un proyecto especial cuyo faro directriz sea el acceso al poder con miras al Perú del Bicentenario, despojándose todos de sus ropajes partidistas y egoistas, y dispuestos a darlo todo por el real despegue de la patria en la aurora del siguiente siglo de libertad.
Tratar de jalar todo para meterlo en un mismo costal ambicioso e idealista parece absurdo y poco serio, pero es en los grandes momentos históricos donde se ve en toda su dimensión la grandeza de un pueblo. ¿Tendrán nuestras mejores cartas políticas, las que no vienen impregnadas de mácula descalificadora, la inspiración patriótica que las lleve a conformar esa gran coalición llamada a disipar las nubes del desorden económico, social y moral al que parece estamos condenados a soportar por tiempo indefinido?