Desconcertante, por decir lo menos, todo lo que está sucediendo en esta parte del mundo. Hasta parece inexplicable, pero quienes se la ven más difícil  para explicarlo desde su punto de vista son los defensores a ultranza de tal o cual modelo económico-social. Los clásicos defensores del sistema capitalista y del sistema comunista, enceguecidos por siempre, amén, por sus fanáticas creencias, sienten que pierden peso porque se les escapan los argumentos del "este es el sistema que funciona y no aquel". 

En realidad siempre fue así y por eso lo del famoso péndulo político que se hizo más notorio en las naciones más inestables. Lo que pasa es que con los avances de la ciencia y la tecnología, el deseo del hombre por encontrar mejores salidas a sus necesidades de toda índole, hace más manifiestas las intenciones de vencer la resignación y presentar batalla contra el status quo. 

¿El enemigo? ¡El de siempre, EL ESTADO! Ese monstruoso Leviathan que absorbe hacia sus entrañas a todo aquel que se presta a introducirse en él con la intención de volverlo más amigable, más servicial, más útil a la sociedad que lo ha creado. Es como un maleficio que no pudiera tener cura, no importa cual sea el sello de la sociedad que lo cobija. Siempre va a reaccionar mal contra su creadora, siempre le va a morder la mano, y voraz impenitente va a querer devorarla toda.

Esas ráfagas del pueblo enervado por no poder soportar más la agresión de su ESTADO, cualquiera sea el signo político que luce, en los tiempos actuales tiende a propagarse como incendio sin control, y si la sociedad no encuentra la fórmula nueva que su creación requiere, la pradera puede arder como nunca antes lo hizo. Tal parece como que hubiera una fuerza divina superior que quiere hacerle sentir a la humanidad los efectos físicos y psíquicos que el mundo siente en su propio ámbito a raíz de la afectación que venimos consumando contra el medio ambiente.

La pelota está en nuestra cancha, el momento de actuar adecuadamente hace rato que llegó y hay que hacerlo si creemos que todavía podemos alegar algo acerca de nuestros derechos humanos. EL ESTADO TIENE QUE REINVENTARSE YA, AHORA, AQUÍ Y EN TODAS PARTES DEL MUNDO.