Unas elecciones sui géneris
Algo que rompe esquemas y características
Las próximas elecciones congresales tienen un sello distintivo muy particular en varios aspectos. Por ejemplo, al no tratarse de elecciones presidenciales no identifican necesariamente a un candidato favorito con el partido por el cual postulan. Y esto tiene su fundamento principal en el gran desprestigio que ha tenido el disuelto congreso en relación con la política impregnada por los mismos partidos, por más que muchos congresistas a título personal hayan incidido en el desprestigio del partido que los cobijaba.
Por otra parte, con las nóminas que presentarán los partidos con sus candidatos, una inmensa mayoría sonará desconocida para los votantes y los pocos reincidentes estarán marcados por el mayoritario rechazo de los mismos. Esto significará que el votante escarbará en las listas buscando al candidato o a los dos candidatos a que tiene derecho a escoger en función de la cifra repartidora, con el agravante de que los dos candidatos de su preferencia tienen que pertenecer necesariamente a un mismo partido político. Esto hará sumamente difícil la elección cuando uno encuentre que sus dos, tres, cuatro o más preferidos están salpicados en diferentes listas: Tendrá que optar por aquella lista que contenga dos de sus favoritos, o en todo caso por aquella en la que se encuentre su gran favorito.
Estos favoritos de la gente, al acumular gran cantidad de votos, y dado que esos votos van en primer lugar al partido, favorecerán a varios otros que están en su misma lista en los primeros lugares, y esto puede permitir que muchos indeseables que por motivos turbios hayan sido colocados en esos puestos, accedan a una curul por la aplicación de la cifra repartidora.
Una elección con inteligencia puede permitir que los votos no se concentren en unos pocos super favoritos. Basta que el elector especule con los nombres de los más famosos para no votar por ellos sino por otros que también sean muy confiables, todo esto entendiendo que uno va a buscar los nombres en cualquier lista y no en la de un partido definido, siguiendo con la especulación de que la gran mayoría va a votar por nombres de candidatos y no por partidos políticos.
Al actuar la mayoría de los votantes bajo esta premisa, la calificación de los partidos dependerá grandemente de la gente que haya incluido en sus listas, con lo que se dará la mayor paradoja eleccionaria de nuestra historia: No será el partido el que acumule votos para poder obtener mayor número de congresistas, sino al revés, serán los candidatos elegidos los que acumulen mayor número de votos para el partido, lo que permitirá que el partido pueda o no superar la valla mínima para mantener su inscripción de vigencia.